Por Víctor Hernández, Sociedad de Escritores de Magallanes
La noticia nos golpeó fuerte. El 24 de diciembre ha partido el escritor, periodista, historiador, guionista cinematográfico, traductor de alemán y docente universitario Osvaldo Bayer (1927-2018). Autor entre otras obras de los libros de ensayos “Severino di Giovanni, el anarquista de la violencia”, (1970), “Los anarquistas expropiadores y otros ensayos” (1975); “Rebeldía y esperanza”, (1993), “En camino al paraíso”, (1999) y la novela “Rainer y Minou” de 2001.
Nos ha dejado el hombre, el escritor pionero en iniciar un proceso de investigación exhaustiva sobre la historia ocultada, perdida y olvidada de una serie de acontecimientos de sangre que hubo en el fin del mundo y que a partir de su trabajo generaron una revisión completa de la historiografía y de documentación bibliográfica sobre la composición política, social, económica y cultural de la Patagonia. Hay un antes y un después de Osvaldo Bayer. Poetas y narradores; investigadores y tesistas; artistas y científicos asumieron la influencia del pensador nacido en Santa Fe, Argentina, un 18 de febrero de 1927 quien dedicó gran parte de su labor periodística a reescribir la historia de la Patagonia.
En efecto. Bayer retoma desde las pistas dejadas por el español José María Borrero con su libro “La Patagonia Trágica” (1928) y de la anunciada segunda parte titulada “Orgía de sangre” -que nunca vio la luz- los dramáticos acontecimientos acaecidos en el territorio argentino de Santa Cruz en el período de 1921-22 que significó el fusilamiento masivo de 1500 obreros en una acción despiadada y criminal en que aparecen coludidos el Estado argentino a través del gobierno de la época encabezado por el Presidente Hipólito Yrigoyen, una facción del ejército de ese país dirigido por el teniente coronel Pedro Benigno Varela y las compañías estancieras cuyos accionistas principales eran la familia Menéndez y Mauricio Braun.
La titánica labor intelectual acometida por Bayer durante siete años implicó desclasificar documentos, entrevistar a sobrevivientes de la tragedia, obtener material fotográfico, contrarrestar información para luego, elaborar un magno trabajo histórico llamado en primera instancia “Los vengadores de la Patagonia trágica”. Los primeros dos tomos fueron publicados en 1972, subtitulados “Los bandoleros” y “La masacre”; (el número 1 en agosto; el 2 aparecerá en noviembre de ese año) por la Editorial Galerna que editará también, el tercer tomo en agosto de 1974 con el subtítulo de “Humillados y ofendidos”. El cuarto tomo en tanto, sólo pudo editarse en la ciudad de Wuppertal en Alemania en noviembre de 1977 y contiene también un subtítulo: “El vindicador”.
El autor y su obra sufrieron los rigores de la censura y el exilio incluso antes de desatarse el período de la última dictadura militar trasandina (1976-1983). Los tres primeros tomos fueron autorizados para ser quemados en las plazas públicas. Recién en la década de los ‘90 editorial Planeta decidió imprimir la obra completa con el nombre que se le conoce hoy en día: “La Patagonia rebelde” título extraído de la película rodada a comienzos de 1974, dirigida por el cineasta argentino Héctor Olivera, la cual, también fue estrenada y luego prohibida. Esta obra cinematográfica tiene como argumento los dos primeros tomos del trabajo periodístico de Bayer, quien, además, escribió el guión.
Influencia de la obra “La Patagonia rebelde” en la historiografía magallánica
Dijimos que muchos escritores, periodistas, historiadores, antropólogos, han estudiado la saga de Osvaldo Bayer apreciando un redescubrimiento de la Patagonia ya no como un escenario fantástico, a la manera de las novelas de Julio Verne, como durante siglos lo describiera la literatura de divulgación europea, o desde una perspectiva racionalista y civilizadora en donde el hombre blanco llega al meridión americano con su discurso positivista de progreso y bienestar. “La Patagonia rebelde” remite a una revisión histórica, desde un prisma dialéctico en que el proletariado se había organizado en torno a ideas anarquistas, sentando un precedente único a nivel mundial sólo comparable con la experiencia de los communards franceses en 1871.
En la literatura regional tenemos algunos casos en que se analiza de soslayo esta problemática como en el cuento “El chilote Otey” de Francisco Coloane. Pero, por sobre todo, es Pavel Oyarzún el que emplea este escenario para una de sus novelas: “El paso del Diablo” (2004) que recrea la odisea desplegada por uno de los líderes del movimiento sindical, el gallego Antonio Soto Canalejo y doce compañeros perseguidos de cerca por una de las patrullas militares del 10 de Caballería al mando del teniente Varela. Quince años antes, en su poemario “La Cacería” (1989) ya Oyarzún dedicaba un apartado descrito como “La Patagonia en llamas” compuesto de 16 poemas alusivos a los sucesos ocurridos en el austro. Oyarzún amplía el ciclo histórico del movimiento obrero y sus reivindicaciones cifrando el espectro temporal entre los años 1916-1921.
Ahora bien. Desde una perspectiva histórica, “La Patagonia rebelde” encuentra en el periodismo investigativo de Carlos Vega Delgado a uno de sus principales intérpretes. Al enorme esfuerzo desplegado por Bayer, Carlos Vega incorpora el concepto de itinerario del movimiento obrero patagónico sosteniendo que el epicentro de la actividad sindical se habría desarrollado con mayor intensidad en Magallanes (1911-1920) al calor de las actividades emanadas por la Federación Obrera y de sus centros operativos en Punta Arenas y en mayor medida en Ultima Esperanza, con sus poderosos frigoríficos Bories y Natales en donde se concentraba buena parte del universo asalariado regional, inserto en el Sindicato de Trabajadores de Campo, Frigoríficos y Oficios Varios de Puerto Natales, influido de ideas anarco-sindicalistas. Los trabajos y publicaciones efectuadas como “Los horrorosos sucesos del 27 de julio” (libro perdido escrito por los trabajadores sobre el incendio del local de la Federación Obrera y que Vega reactualiza escribiendo el prólogo editado en 1995) y en mayor medida la obra “La masacre en la Federación Obrera de Magallanes. El movimiento obrero patagónico-fueguino hasta 1920” (1996). Otra obra importante de su autoría es “1915: La Primera gran huelga Natalina. Aportes para el conocimiento de los inicios del movimiento obrero de Ultima Esperanza” (2009) temática también tratada por el profesor Pedro Cid Santos con “Historia del movimiento obrero de Ultima Esperanza (1911-1973) y por el sociólogo Ramón Arriagada con “La Rebelión de los Tirapiedras” (2009).
Dentro del mismo contexto, en el verano recién pasado el comentarista literario y de opinión, Marino Muñoz Agüero, en su columna dominical titulada “Lecturas desde la pampa y el viento” entregó una significativa contribución de 9 artículos aparecidos en “El Magallanes” desde el 18 de febrero al 15 de abril que permiten adentrarnos con mayor soltura y un conocimiento básico de “La Patagonia rebelde”. Luego de hacer una breve reseña de los pormenores que debió sortear Bayer para producir su obra, Muñoz Agüero desmenuza el motivo inspirador del propio Bayer: el libro “La Patagonia trágica” y de la segunda parte que nunca apareció, junto con entregar aspectos desconocidos del propio autor, el español José María Borrero de quien, Bayer no posee la mejor opinión. En seguida, nos ofrece una visión general del escenario en que ocurrieron los hechos. Por una parte, la cercanía con localidades regionales y el indesmentible hecho que el ejército argentino utilizó nuestro territorio para efectuar el magnicidio a gran escala. Por otro lado, extraña el silencio cómplice de historiadores nacionales y regionales que durante décadas callaron u omitieron su opinión sobre la materia. Se dan también, algunas pistas de investigadores que bajo diversas metodologías han profundizado en el tema: Vega Delgado y su revista “Impactos”; Luis Mansilla Pérez con su texto “Los chilotes de la Patagonia rebelde” (2012); y los autores Camila Ahumada, Marcelo Bonnassiolle y Alberto Harambour.
Otra contribución destacable realizada por Muñoz Agüero es clarificar las dos incursiones llevadas por el teniente coronel Héctor Benigno Varela en el territorio de Santa Cruz. En la primera de ellas, ocurrida a inicios de 1921 actuó como un mediador entre las partes. Nada hacía presagiar que el mismo hombre actuaría meses más tarde como el principal represor y homicida del movimiento.
En el mismo tenor, es valorable la inclusión del Premio Nacional de Historia Mateo Martinic y dar a conocer su posición sobre la obra de Bayer. Sorprende la condena que hace Martinic de los sucesos de 1921 alabando el acucioso trabajo del santafesino más aún, si ese comentario quedó registrado en los Anales del Instituto de la Patagonia, Volumen IV, Nº1-3 de 1973, notas e informaciones bibliográficas, págs. 433 y 434. En total, son cuatro los comentarios que Martinic desliza sobre el trabajo de Bayer: en 1973, 1981, 2001 y 2012.
En definitiva, la partida terrenal de Osvaldo Bayer obliga a repensar su obra e iniciar su relectura. O mejor dicho: empezar a aprender a leerlo. Es tarea de todos.
Fuente: La Prensa Austral