A mediados de los años ‘40, el castor “aterrizó” en los bosques de la isla grande de Tierra del Fuego.
Un fallido proyecto peletero causó la aparición de esta especie invasora, que provoca una serie de complicaciones en el medio natural y en las actividades económicas que se realizan en sus “dominios”.
Hace más de una década surgió una propuesta internacional para erradicar dicha especie en ambos países, al sur de Tierra del Fuego, como una forma de contrarrestar su avance en una zona especialmente vulnerable en términos ecológicos.
Sin embargo, no prosperó la idea de postular a fondos internacionales que permitan financiar esta ambiciosa iniciativa.
Consignar que en septiembre del año pasado, en Punta Arenas, se firmó un convenio entre el Ministerio del Medio Ambiente, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura y Global Environment Facility para llevar a cabo la erradicación de esta especie exótica. Los entes involucrados han anunciado que el próximo mes darán a conocer los primeros avances del estudio.
Más allá de los resultados, es menester emprender un trabajo de mayor envergadura con el país vecino, ante la especial relevancia que adquiere el tema, considerando que en la actualidad los castores presentan un avance de 2 a 6 kilómetros por año. Esto les ha permitido comprobar su presencia no sólo en Tierra del Fuego, sino en otros espacios como las islas Navarino, Dawson y Hoste, además de una serie de islotes aledaños. Pero ahora también se encuentra en la zona continental de la península de Brunswick. Eso implica que se trata de una situación de emergencia.
Chile y Argentina han hecho esfuerzos de caza, pero separados, por lo que llegó la hora de poner en marcha una estrategia de erradicación binacional, en una isla que tiene una extensión de 4,5 millones de hectáreas.
Fuente: La Prensa Austral