Todo les pareció hermoso a los padres y familiares que llegaron desde las regiones del Biobío, Maule, Metropolitana, de La Araucanía y Los Lagos, a ver el solemne juramento a la Bandera de sus hijos o parientes, todos soldados que cumplen su servicio militar (la mayoría en carácter voluntario) en el Destacamento Motorizado Caupolicán de Porvenir. Los jóvenes llevan apenas tres meses como conscriptos, pero ya han conocido el clima gélido y la soledad de la isla austral, sobre todo en la etapa de campañas en terreno.
Para Cecilia Candia, quien llegó desde la Región Metropolitana invitada por el Ejército, el viaje “fue un esfuerzo grande, pero ha sido maravilloso. Todo ha sido muy bueno, el vuelo en avión, el traslado en buses, muy buena atención y el paisaje todo lindo, no hay nada que decir”. Agradeció tener la fortuna de estar en suelo fueguino hasta el día 13.
“Mi hijo se llama Camilo Carrillo y cuando me reuní con él lo encontré más grande, muy maduro y precioso, educado, todo bien. Le ha servido harto hacer el servicio militar. De primera se quejaba del frío, la distancia, porque venía trasladado de Punta Arenas, donde estuvo antes un mes y medio. Pero ahora está bien y se siente muy conforme acá”, señaló alegre la dama.
María Angélica Carrasco llegó hace tres días desde Osorno junto a su hija Romina Arriagada. Señala que se reunió en Porvenir con su nietecita Florencia Ojeda, ya que tiene familia “afincada” en la capital fueguina, pues su hijo juró a la bandera como uno de los 12 clases de la unidad militar.
“La nieta no tiene frío porque es de acá, ya que mi hijo vive hace tres años sirviendo en el Destacamento Caupolicán”, comentó. Dice que llegaron en forma particular, porque en realidad venían de visita a la casa del hijo aprovechando las vacaciones de invierno, pero nunca pensaron que el insular fuera un invierno tan helado. “En realidad, no sabíamos a qué veníamos ni a qué clima nos enfrentábamos”, confesaron madre e hija.
Fuente: La Prensa Austral