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Cura párroco fueguino, Alejandro Fabres. “¿Hasta cuándo haremos sentir a la comunidad LGBTI cristianos de segunda?”

Cura párroco fueguino cuestiona declaración de obispos de Chile

El proyecto de matrimonio igualitario es una iniciativa que entrega dignidad, aseguró el religioso Alejandro Fabres, “una dignidad que como Iglesia decimos defender, pero que a la hora verdad, se las negamos”

En una reflexión titulada “Amor es amor”, el párroco de Porvenir, sacerdote Alejandro Fabres, expresa su discrepancia con la reciente declaración de la Conferencia Episcopal de Chile, respecto a la crítica que los obispos hacen al proyecto de matrimonio civil igualitario, impulsado por el gobierno, y que el propio Para Francisco apoya en un documental emitido en octubre de 2020. “Desde hace días he venido pensando en la declaración de nuestros obispos, -comienza diciendo el sacerdote fueguino- sobre el proyecto de matrimonio civil igualitario y me sigue generando dolor”.

“Porque como Iglesia seguimos menospreciando a grupos y personas que han buscado acercarse a nuestras comunidades, como lo hizo Zaqueo, como lo hizo la hemorroísa (los marginados por las prescripciones discriminatorias), como lo hizo el ciego, y sin embargo, a diferencia de estos personajes, siento que les seguimos haciendo sentir como Iglesia que tienen cabida a medias o simplemente no tienen cabida. ¿Y qué me hace decir esto?”, se pregunta Fabres.

Responde que el sentido “de que la declaración de nuestros obispos quiere seguir haciendo sentir que tenemos un peso moral en la sociedad. ¿Y lo tenemos?, ¿aún creemos que tenemos la capacidad de decir estas cosas y la gente, o mejor dicho, las estructuras que deciden tienen la obligación de hacernos caso? Insisto, Iglesia y Estado en Chile están separadas desde 1925. El Estado tomas sus resoluciones y nosotros tomamos las nuestras”.

Contra el discurso moralizante

“Gracias a esta separación pudimos hacer mucho bien en décadas pasadas, como fue la creación de la Vicaria de la Solidaridad, con la cual pudimos resguardar la dignidad de muchos chilenos y chilenas, y que gracias a Dios el Estado, aunque tuvo ganas de hacerlo, no la pudo cerrar ni intervenir. Hoy nosotros estamos tratando de hacer lo que nosotros no dejamos que nos hicieran. Queremos influir en un derecho tan básico como es el que personas, seres humanos, regulen su relación de amor, la resguarden y puedan gozar de los bienes legales que de esta unión emanan”.

No termina ahí la postura del párroco insular, ya que anticipa que la opinión obispal “da pie para que muchos al interior de la comunidad eclesial se sigan sintiendo con el derecho de hablar desde lo normal y lo anormal. Desde el pecado y la santidad. Desde lo sano y lo patológico. Y eso no es bueno. Esto ha dado pie para que algunos sacerdotes vuelvan a retomar discursos moralizantes, sin que nadie se los pidiera y con el sólo argumento de respaldo de lo que ‘la Iglesia dice’, cuando habemos muchos que también somos Iglesia y no estamos de acuerdo con esta formulación”.

“Cristianos de segunda”

Luego, el padre Fabres cuestiona: “¿Hasta cuándo continuaremos con estos discursos?, ¿hasta cuándo seguiremos haciendo sentir a la comunidad LGTBQI como cristianos de segunda? Sí, cristianos de segunda, los aceptamos… Hasta cuando lleguen a misa tomados de la mano y ahí les diremos ‘no, porque eso se ve feo; no, porque eso no es normal’. Los incorporamos a los grupos pero que no se les note su homosexualidad. Para la semana de la familia pondremos fotos de familias bien heterosexuales, pero si pongo fotos de familias homoparentales alguien me pedirá que las retire porque resultan indecorosas, ofensivas y hasta dañinas para los niños. Sin faltar la persona que escribirá al obispo para denunciarme”.

El cura párroco apunta que la carta de los prelados “sigue abriendo heridas y generando divisiones en nuestras comunidades. Seguirá haciendo sentir a la comunidad LGTBQI lejana a la Iglesia. Y a nosotros nos seguirá haciendo quedar ‘pegados’ en nuestros principios farisaicos, hablando de un amor a Dios que no vivimos realmente, o lo vivimos a medias, porque seguimos segregando y marginando a muchos hermanos y hermanas que llevan su sexualidad en silencio, a veces con miedo y hasta como un estigma, porque quieren profesar su fe, pero desde lo que ellos son”.

Amor sin apellidos

“¿Y qué son?, personas. Personas con sentimientos y afectos, que no están ni llamadas ni obligadas a vivir ni la soledad ni el celibato. Personas que buscan amar y ser amadas. Personas que quieren y necesitan hacer una vida en comunidad. Por eso insisto -finaliza-, el proyecto de matrimonio igualitario es un proyecto que les entrega dignidad, una dignidad que como Iglesia decimos defender, pero que a la hora de los ‘que hubo’, se las negamos”. A modo de rúbrica, Alejandro Fabres cierra con la frase “Amor, es amor, sin ningún tipo de apellido”.

Fuente: La Prensa Austral

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