Todas sus esperanzas en que la próxima apertura a la extracción del recurso centolla permita mejorar su alicaída situación económica y social tienen los pescadores artesanales de Tierra del Fuego, debido a que la emergencia nacional por la pandemia de coronavirus afectó su actividad laboral-productiva, dejándolos en vulnerabilidad económica que claman por subsanar para tener un sustento estable a sus familias. Lo peor es que un bono destinado por el gobierno al sector nunca llegó y creen que ya no lo recibirán, porque no han tenido respaldo de institución estatal alguna.
“Este mes termina la veda de la centolla y la temporada de extracción debe durar hasta noviembre. Vamos a ver cómo está el mercado y cuánto pagan, hoy hay empresas trabajando con centollón y erizo. Acá casi nadie sale y depende cómo esté la marea, algunos van al erizo que sólo una empresa está comprando y otras piden centollón”, nos ilustra el directivo de las Cooperativa de Pescadores de Tierra del Fuego, Danilo Bahamonde.
Lo lamentable para sus colegas, añade mientras una lancha de Puerto Williams descarga una partida de centollón en el muelle de la localidad, es que se les vino a anunciar a la misma caleta pesquera que les llegaría un bono del Estado por 150 mil pesos, pero después fue eliminado. “Ese bono era para los pescadores con menos del 40 por ciento de ingresos, pero no para los que tienen inicio de actividad, a los que ni les preguntan cómo están ni nada, porque puedes tener iniciación, pero si no puedes salir a pescar, es igual que nada”, reclama.
Claro, porque todo pescador que tiene lancha es armador, y como tal debe tener iniciación de actividades. Y el pescador de orilla debe declarar que realiza actividad extractiva de lapas, erizos, almejas y otros recursos, así que tampoco tiene derecho al bono que además -según se enteró Bahamonde- el gobierno lo reemplazará por otra instancia, que nadie sabe cómo va a repartir, si es que alguna vez llega.
Bajo movimiento
Así, el movimiento del sector -y del muelle de Chilota- bajó a causa de la pandemia y porque la tripulación de las embarcaciones no puede bajar a tierra. Según la ordenanza controlada por Salud y la Armada, deben permanecer a bordo tras descargar, disposición que impide operar normalmente y con la gente necesaria, a menos que vivan todos en la localidad, lo que es difícil, porque muchos operarios se consiguen en Punta Arenas u otras ciudades.
Se suman los eternos problemas que enfrenta el sector, con o sin pandemia, los cuales menos van a ser resueltos en tiempos de crisis o emergencia, hace ver Danilo, y deben ser vistos por internet, lo que muchas veces dificulta las cosas o trámites, ya que no todos tienen acceso a la red y varios ni saben operar un computador. Asimismo, otros proyectos que regularmente les permitían contar con equipos de aire o indumentaria de buzo (por citar un par), están todos detenidos y ya no se recibe ayuda gubernamental en implementación.
“Yo hablé con Andrés López (consejero regional) y me preguntó antes de la pandemia si yo sabía que había $300 millones en proyectos para la pesca artesanal de Porvenir, pero eso está todo paralizado, pese a que el Core aprobó esas platas para Tierra del Fuego”.
Terminó destacando que todas las empresas pesqueras, en distinta medida, sigan trabajando y citó la responsabilidad de los residentes de Bahía Chilota, que respetan todas las indicaciones, cuarentena e instructivos dispuestos.
Suman y siguen los problemas
“Los que están más complicados son los que viajaron a otros lugares del país y ahora no pueden volver. Si antes faltaba gente para las tripulaciones, ahora falta más. En este momento hay trabajo, poco, pero las pesqueras están abiertas y están comprando erizo y centollón, pero falta personal para ir a la pesca, porque la gente se traslada de un lugar a otro”, resume el conocido pescador Guillermo Mansilla. También lamenta que no “corra” el bono anunciado por el gobierno.
“Esa ‘lesera’ era para una especie de capacitación y nunca llegó nada en efectivo. Se inscribieron muchos, pero no se hizo. Aunque están comprando producto, pero por la situación de pandemia no hay gente, entonces no se puede trabajar bien y hay menos ingresos para la casa. Encima, muchos tienen sus documentos vencidos y aunque Capitanía de Puerto les extendió la vigencia, Sernapesca no se los reconoce porque no figuran en el sistema”, hace ver.
Hay gente que no puede trabajar, como le ocurre a muchos buzos que tienen un código, pero que no pueden demostrar, y así las pesqueras no les pueden comprar. Para regularizar esa extensión deben cumplir una serie de exámenes en el hospital, pero como allí sólo atienden casos de urgencia, tampoco los pueden hacer. La “traba” provoca un “círculo vicioso” que les impide trabajar, porque si lo hicieran, no podrían vender el producto extraído.
Por otro lado, algunos pescadores con menos recursos sacaban luga (alga marina), que hoy está en veda. Según Mansilla, todas las esperanzas están puestas en la centolla, que parte el próximo miércoles 1 de julio. “Siempre que las empresas no se aprovechen, le bajen el precio y nos ‘frieguen’ más todavía. El erizo tiene buen precio, pero es por su escasez”, acota.
Fuente: La Prensa Asutral