LOCALES

Empresas seguirán trabajando, aunque con restricciones

El erizo es el producto estrella de International Seafood, pesquera fueguina de la ex gobernadora prvincial Catalina Besnier, que elabora para vender a una comercializadora de Santiago, desde donde se exporta a mercados internacionales. “Estamos haciendo erizo moldeado, un producto que requiere harta mano de obra, vamos a sacar ahora nuestro primer contenedor y no hemos tenido problemas de abastecimiento (lo hacen pescadores locales y un par de pescadores de faena), ni con la gente”.

“Cuando recién partió el coronavirus paramos por tres semanas y nos dimos cuenta que iba a ser para largo. Pero hay que seguir trabajando, porque la gente no puede estar parada para siempre. Adoptamos muchas normas de seguridad que encarecen la producción, como mascarillas, cobertores faciales, distanciamiento”.

Besnier añade que hicieron una ampliación de la sala de procesos en 240 metros cuadrados para recibir más gente. “En el casino, que es pequeño para 20 personas, hacemos turnos para comer. También trabajamos el centollón en carne y en julio empieza la centolla, que todavía no sabemos cómo va a venir. El erizo termina en agosto, así que seguiremos trabajando de esta manera”, asegura la empresaria fueguina.

Bakkavör Chile

A mayor escala trabaja Bakkavör Chile, que no ha dejado de procesar aunque de modo puntual, dos o tres días a la semana, limitándose a recibir una embarcación, elaborar lo adquirido y empacar, volviendo a repetir el proceso hasta recibir otro cargamento. La fórmula permite continuidad y seguir dando trabajo a su gente y a los pescadores. Es que la pandemia obligó al nuevo esquema, como rotar las labores asignadas a sus trabajadores.

“Esto está afectando a los pescadores y a la comercialización, que ha bajado un poco. Hay producto que enviábamos a Europa, donde hoy no hay mercado. Pero la gerencia sigue buscando otros mercados, ya estamos enviando centollón a China y ahora estamos esperando la centolla, que empieza en julio. Todos los años teníamos metas altas, pero este año no las hay, porque todo está muy difícil”, ilustró Andrea Monge, administrativa de Bakkavör.

Se está trabajando en época de coronavirus, pero no con la intensidad de antes, donde en una semana procesaban 50 toneladas: ahora se hace con diez y pese a todo, mantienen entre 60 y 70 trabajadores, separados en tres grupos, para que no se junten todos. Se toman controles y medidas de prevención, se hace nebulización, limpieza continua y capacitación constante, “porque las vidas dependen unas de otras”, reflexiona.

Fuente: La Prensa Austral

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