Un cetáceo Sei, hembra adulta joven, es la especie hallada en costa fueguina.
Biólogo marino e investigador de empresa de turismo científico WhaleSound, Juan Capella, explicó que mediante un sistema de seguimiento satelital notó que el ejemplar tuvo el sábado un desplazamiento anormal al patrón continuo que mantenía en el estrecho de Magallanes, un índice de su probable muerte.
A una ballena Sei, especie que tuvo un varamiento masivo de más de 350 animales hace unos 6 años en Chiloé y Aysén, corresponde el ejemplar que murió en la costa occidental de Tierra del Fuego, a unos 8 kilómetros de Porvenir, en el sector de Chatones y que fue hallada por pescadores artesanales la mañana del domingo. Así lo detalló el biólogo marino e investigador Juan Capella, de la Fundación Whalesound, quien insertó en un costado del cetáceo el seguidor GPS con que lo monitoreaba en el estrecho de Magallanes, hasta que terminó varado en bordemar isleño.
“Lo seguíamos hace una semana vía satélite con el transmisor, producto de un estudio a largo plazo que hacemos para ver los movimientos locales, la actividad y su migración hacia sus zonas reproductivas, porque el estrecho es una zona de alimentación de la ballena Sei, donde se alimentan de krill y langostino de los canales, pero sus zonas reproductivas se desconocen”, explicó. Lamentó el deceso del mamífero marino, porque el viernes lo había podido observar en su derrotero del estrecho.
De acuerdo al seguimiento, la ballena se alimentaba en varios puntos de la costa y más o menos al sur de bahía Inútil, muy cerca de Tierra del Fuego, las transmisiones dejaron de ser normales en su comportamiento de alimentación y traslado, lo que verificó el 5 de marzo. “Viendo al ejemplar, tiene un golpe bastante grande y hundimiento en la parte del pedúnculo, al lado derecho y cerca de la cola, probablemente por una embarcación de gran dimensión, lo que le produjo la muerte seguramente mientras dormía y luego, el viento y la marea la arrojaron a la costa”, complementó Capella.
Golpe ni se nota en el barco
Para un barco grande de 50 metros o más, chocar un animal de unos 16 metros se siente apenas con un cambio de velocidad, pero si es mayor, de 150 ó 200 metros, ni percibe el golpe, agregó el investigador. Dijo que las ballenas en general son animales bastante longevos y éste era una hembra adulta joven de unos 15 a 16 metros, de una especie que puede llegar a medir un máximo de 22, por lo que podría tener entre 15 y 20 años de vida.
La ballena varada seguirá descomponiéndose y será devorada por la fauna que se alimenta de carroña, especialmente las aves como el petrel gigante, albatros, gaviotas e incluso cóndores, expuso, lo que durará unos dos a tres meses hasta quedar descarnada y subsistir los huevos, anticipó el biólogo. Especificó que inocular el transmisor a un costado de la ballena equivale a un jeringazo para el ser humano, el cual tiene un largo equivalente a un lápiz pasta y un ancho de 1 centímetro, más una punta que se ancla en el cuerpo del animal, que le produjo una herida de apenas unos 2 centímetros, por lo que se descarta que fuera un arponazo. Advirtió que a la tesis del impacto de un buque se plantea que la ballena haya ingerido algún alimento con toxina, como se sugiere en el varamiento masivo de Chiloé-Aysén.
Pero, insistió que la causa más probable de muerte es el golpe de embarcación, así que Whalesound seguirá el “track” de los barcos que circularon por el estrecho y lo superpondrá a las transmisiones generadas en la ballena, para estimar el momento exacto y qué nave pudo haberlo ocasionado. Capella cerró ilustrando que la Sei es el cetáceo más común que deambula en el estrecho de Magallanes y por el contrario, en el exterior lo es la ballena Jorobada y en la salida oriental del paso oceánico, es común localizar la ballena Franca Austral.
El dispositivo
Los investigadores de fundación Cequa, Jorge Acevedo y Paola Acuña, que informaron que el dispositivo hallado en la ballena “se trata de una marca de seguimiento satelital transdérmico, un GPS que se usa para monitorear el desplazamiento de grandes cetáceos. Para su implementación, en el cuerpo del animal, utiliza un cuerpo punzante seguido de mecanismos de fijación que retiene la retención de la marca implantada en el cuerpo. Además estas marcas poseen un tope o freno en su parte superior, que evita que la marca se introduzca completamente en el cuerpo, de manera que el último segmento y la antena queden fuera del cuerpo de la ballena para la comunicación y transmisión con el satélite.
“Estas marcas transdérmicas, quedan insertas entre la piel y la capa de grasa (no en el músculo) de la ballena. El lugar de colocación de las marcas en el animal también es importante y generalmente queda en un costado superior del cuerpo cerca de la aleta dorsal, donde no hay peligro para la salud del animal”, concluyeron.
Con estos transmisores se pueden obtener importantes datos respecto del comportamiento de las ballenas. “Se puede conocer el movimiento del animal en sus áreas de alimentación, en sus áreas de reproducción, vínculo migratorio y rutas migratorias. También, estos transmisores con sólo GPS se pueden derivar las velocidades de movimiento y a partir de ello el comportamiento general, también cuando el animal se encuentra en estado de movimiento de tránsito y de migración, y duración de esos estados conductuales. Si el transmisor, además de GPS cuenta con sensor de presión, se puede estudiar dónde se están alimentando específicamente y a qué profundidad. También puede adicionar sensores de temperatura, luz, salinidad y otros, permite asociar la ecología del animal con su hábitat en tiempo real”, concluyeron los investigadores de Cequa.
Fuente: La Prensa Austral