Como el creador del primer museo que tuvo Porvenir será recordado en la capital fueguina el fallecido general director de Carabineros, Fernando Cordero Rusque, a quien el gobernador militar de la época, Augusto Reiger Rago, le encomendó la formación de una sala de exhibiciones de elementos que había reunido la entonces Municipalidad de Tierra del Fuego entre distintos donantes.
Más tarde, Cordero, que llegó a Porvenir como subteniente en 1970 y luego ascendió a teniente de la Tercera Comisaría de Carabineros haciéndose cargo de la jefatura de los servicios policiales, inició una campaña de recolección de objetos históricos, especialmente entre los ganaderos de la isla y los habitantes de la ciudad.
La iniciativa del jefe policial fue bastante exitosa, sobre todo a instancias del vigente gobierno militar al que debía responderse con prontitud, logrando que decenas de estancieros, coleccionistas y residentes, le hicieron llegar artículos usados por sus respectivas familias o en los trabajos alguna vez desempeñados o que hallaran circustancialmente, incluyendo utensilios y restos humanos del pueblo selknam. De este modo, se oficializó la sala que con el tiempo, durante la alcaldía de Malva Mansilla, se convirtió en el Museo de Porvenir, al que se bautizó con el nombre de su fundador.
Al teniente Cordero Rusque, en su calidad de segundo jefe de la comisaría fueguina, le tocó también la misión -durante el gobierno de la Unidad Popular- de desarticular una célula del movimiento de ultraderecha Patria y Libertad -en ciernes en Tierra del Fuego-, que culminó con la detención de sus integrantes en la zona de Pampa Guanacos. Como la mayoría de ellos eran menores de edad, fueron entregados a sus padres y se frustró una tentativa de boicotear la labor del gobierno de Allende en la isla grande.
No obstante, tras el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 -al igual que por órdenes superiores sucedió en todos los organismos armados-, la tarea del ahora fallecido oficial se orientó a fichar y (cuando le correspondía, de acuerdo a las órdenes expedidas) detener a quienes integraban el depuesto gobierno. Pero fue en la tarea de recolección museográfica que luego se le encargó, en la que centró sus mayores esfuerzos, al punto que una parte de lo reunido lo destinó a una sala del Museo de Carabineros, en Santiago, que lleva el nombre de “Tierra del Fuego”, única sección exótica de ese establecimiento.
Fuente: La Prensa Austral