Una estadía cada vez más prolongada está teniendo el exsenador Carlos Larraín en su extensa y conocida hacienda Cameron, en Tierra del Fuego, un lugar de 96 mil hectáreas que compró en 2008 y en el que se dedica, entre varias otras cosas, a cuidar a sus ovejas y otros animales.
Muchos de ellos han muerto por lo que él alguna vez calificó como “mala gestión” y “confianza excesiva en la persona encargada”. Larraín, incluso, ha culpado, de alguna u otra forma a “la dichosa política” de esos eventos, justamente el motivo por el que -de acuerdo con lo que ha señalado en entrevistas en las que ha hablado sobre su proyecto en el extremo sur de Chile- “tenía que quedarme en Santiago”.
Pero eso está comenzando a cambiar desde hace algunos meses. Y el miércoles pasado tuvo un hito: ese día, el actual presidente de RN, Mario Desbordes, inscribió la lista -en la que no aparece Larraín- con la que busca otro período al mando de la colectividad, el mismo partido del que Larraín es uno de sus referentes, con reconocida ascendencia y en el que ha estado con un cargo en la dirigencia desde hace 15 años. Hasta ahora.
El también exconcejal de Las Condes inició en 2003 un rol como vicepresidente de finanzas de RN, para después convertirse en el líder del partido en 2006, cargo que tuvo durante ocho años, hasta 2014. Después de eso se mantuvo ininterrumpidamente como vicepresidente, primero bajo la conducción de Cristián Monckeberg y después con Desbordes.
Fue a este último a quien Larraín le hizo ver, en dos oportunidades, sus intenciones de renunciar a su rol en la mesa: la primera vez en agosto de 2017, y la segunda vez en marzo de este año, según publicó La Tercera en junio pasado. Por esos días, el exsenador conversó con él y otros dirigentes para transmitir su inquietud por la definición de cargos del segundo gobierno de Sebastián Piñera -con quien tuvo una compleja relación en la primera administración del Mandatario- y por la presencia que tendría RN. Su preocupación estaba radicada en potenciar a la mesa del partido frente a La Moneda, que la directiva lograra influir y que la colectividad tuviera el peso que ellos consideraban justo.
Su salida fue contenida por Desbordes, pero Larraín lo intentaría otra vez en marzo, ocasión en la que planteó, principalmente, el interés que tenía de permanecer en un segundo plano y estar más en Tierra del Fuego. Esa intención de replegarse fue, posteriormente, parte de varios diálogos -realizados en los últimos tres meses- entre Larraín y Desbordes. “Conversamos harto antes de que él se fuera al sur”, dice el timonel RN.
“No podría venir solo por el lunes a la reunión de mesa. Me señaló que era preferible no participar de la mesa, pero va a colaborar en su calidad de expresidente en todo lo que hagamos como directiva y partido”, agrega Desbordes.
¿Pero fue usted quien lo invitó a ser parte de la nueva directiva?
“No, él se adelantó y me señaló que era muy difícil mantener el ritmo en una directiva y que, por lo tanto, lo más prudente era que él no participara en la directiva que venía”, responde el timonel de RN, junto con relatar que “hemos estado permanentemente en contacto y en todas estas conversaciones él me ha planteado: ‘bueno, cómo vamos a armar lo que viene’; está preocupado obviamente por el partido, por lo que pasa en la política en general, y en ese contexto me hizo ver varias veces que no podía seguir en la directiva, pero siempre disponible para seguir colaborando”.
Así, agrega que “él va a seguir ayudando, como expresidente es miembro de la comisión política, y va a seguir, cuando esté en Santiago, participando de programas de radio, TV y yendo a medios”.
Para Desbordes, la decisión de Larraín -cuya salida de la mesa marca un hito en la historia reciente de RN- “es entendible, porque yo tengo que ponerme en los zapatos de él; la mitad de su vida transcurre en torno a su campo en Magallanes y, por lo tanto, es razonable que quiera dedicarse a eso, fue presidente tantos años, valoro que tenga la disposición de seguir ayudando, de seguir colaborando al partido y a la directiva que venga”.
Fuente: La Tercera